Las historietas más graciosas del cementerio
está la de Paco, «un enterrador con mucha guasa», como recuerda Pedro.
Una víspera de Todos los Santos, cuando el cementerio estaba en plena ebullición de vecinas arreglando los nichos, cayó una tromba de agua sobre Salobreña. Las mujeres corrieron a refugiarse en la capilla mientras que el enterrador pilló más a mano un nicho y allá que se metió con su tapa y todo. Cuando escampó y Paco el enterrador se decidió a mover la tapa para salir de allí, las mujeres escaparon despavoridas del camposanto. «Dicen que corrían tanto la cuesta del cementerio abajo que no hubo forma de pillarlas».

Una víspera de Todos los Santos, cuando el cementerio estaba en plena ebullición de vecinas arreglando los nichos, cayó una tromba de agua sobre Salobreña. Las mujeres corrieron a refugiarse en la capilla mientras que el enterrador pilló más a mano un nicho y allá que se metió con su tapa y todo. Cuando escampó y Paco el enterrador se decidió a mover la tapa para salir de allí, las mujeres escaparon despavoridas del camposanto. «Dicen que corrían tanto la cuesta del cementerio abajo que no hubo forma de pillarlas».
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